Carlos V

El que en Milán nieló de plata y oro
la soberbia armadura; el que ha forjado
en Toledo este arnés; quien ha domado
el negro potro del desierto moro...
El que tiñó de púrpura esta pluma,
que al aire en Mulberg prepotente flota,
esta tierra que pisa, y la remota
playa de oro y de sol de Moctezuma...
Todo es de este hombre gris, barba de acero,
carnoso labio socarrón y duros
ojos de lobo audaz, que, lanza en mano,
recorre su dominio, el Mundo entero,
con resonantes pasos, y seguros.
En este punto lo pintó el Tiziano.


Manuel Machado

Europa en tiempos de Carlos V

czwartek, 27 maja 2010

LAS ULTIMAS PALABRAS


Estoy sentando en mi cámara. Hace un momento he resignado del trono y para mí es como la muerte. Pero estoy demasiado enfermo para reinar. En ese momento me acuerdo como fuerte y lleno de las ideales era. Alguna vez oí la descripción de mi persona a los 25 años de edad y la recuerdo hasta esta hora:

"Es de estatura mediana, mas no muy grande, ni pequeño, blanco, de color más bien pálido que rubicundo; del cuerpo, bien proporcionado, bellísima pierna, buen brazo, la nariz un poco aguileña, pero poco; los ojos ávidos, el aspecto grave, pero no cruel ni severo; ni en él otra parte del cuerpo se puede inculpar, excepto el mentón y también toda su faz interior, la cual es tan ancha y tan larga, que no parece natural de aquel cuerpo; pero parece postiza, donde ocurre que no puede, cerrando la boca, unir los dientes inferiores con los superiores; pero los separa un espacio del grosor de un diente, donde en el hablar, máxime en el acabar de la cláusula, balbucea alguna palabra, la cual por eso no se entiende muy bien."

Echo mucho de menos a los años anteriores pero sé que el pasado nunca volverá. Sin embargo estoy muy contento de mi vida porque sabía disfrutarla y cumplir mis obligaciones. Espero, que mis sucesores amen su patria como yo la amo.

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